Compartimos el texto preparado por Rolando Ames Cobián para el Webinar del Movimiento Internacional de Intelectuales Católicos (MIIC) del 25 de febrero de 2023 sobre países en crisis democráticas.
Saludo afectuoso a todas y todos. Como antiguo miembro del MIIC agradezco mucho esta invitación. Lamento participar por la gravedad de las crisis que vive el Perú, mi país.
Perú tiene historia larga, fue poblado hace más de 5000 años. Ese pasado explica parte del hoy, pero toca analizar los rasgos de este “estallido social” de desenlace aún incierto. Tiene parecido con lo que ha pasado en Chile, Colombia, Ecuador y toda Sudamérica. Pero es un estallido en curso, es decir: puede avanzar a elecciones generales adelantadas, con algún nivel de orden en un año más o menos, o retroceder a una dictadura autoritaria que se imponga antes, con una represión violenta como recurso para imponer un orden vertical. ¡Ambos extremos son posibles!
El descontento social ha estallado en Sudamérica porque somos parientes pobres en la globalización. Nuestras sociedades son muy desiguales, la urbanización ha sido caótica, las instituciones del Estado y la sociedad civil no están adaptadas al presente. Y sabemos que el crecimiento capitalista que se expandió luego de la caída de la Unión Soviética, tuvo una duración que le permitió alcanzar legitimidad en la mentalidad mayoritaria en algunos países. Se despertó una esperanza y en el Perú, ésta fue muy fuerte.
El país está en la costa del Pacífico, al centro de Sudamérica. En el sur montañoso, dos pueblos importantes, quechuas y aymaras[i], parcialmente modernizados protagonizan parte principal del presente conflicto nacional. Ellos viven entre Perú y Bolivia y se han sublevado por un imprevisto que describiremos. Han hecho paros, bloqueado carreteras y han querido asaltar 3 aeropuertos. Ante la represión que ha matado sin justificación a 49 civiles y un policía, han caminado en grupos hasta Lima y durante más de un mes han hecho manifestaciones diarias en la capital. Éstas han sido enfrentadas por la policía con violencia la mayor parte de veces; no en todas.
Recordemos el comienzo del neoliberalismo para entender por qué el actual vacío de alternativas democráticas. Tuvimos partidos de masas y democracias representativas en el siglo XX. Las tres corrientes políticas que existían se agotaron a la vez con las elecciones de 1990 porque el país cayó en un profundo colapso económico, social. Teníamos hiper inflación[ii], deuda externa impaga y una guerra interna cruel. Es allí que la intuición colectiva busca y encuentra un outsider castigando a los partidos que fracasaron. El outsider fue Alberto Fujimori, independiente, de padres japoneses.
Él buscó el apoyo de los grandes capitales de fuera y dentro, ofreciendo pagar toda la deuda; culpó a los partidos que gobernaron, por la hiper inflación y ofreció a los militares apoyo para terminar con el grupo maoísta Sendero Luminoso, pero sobre todo una asociación civil – militar con él para cogobernar el país. Resolvió así su debilidad de no tener partido propio. Subió al tren de la globalización capitalista que triunfaba en el mundo y ganó con esos apoyos consistentes. Se hizo reelegir y gobernó hasta el 2000. Su modelo funcionó en gran medida todavía 20 años más, sólo al nivel macro-económico.
En los mismos sectores populares muchos creyeron que el mercado libre, sin regulaciones sociales, aún sin tributación justa era el principal motor del progreso y había que dejarlo cumplir ese rol[iii]. Una ola anti-política levantó la imagen del micro empresario que se fabrica su propio empleo; ella lució bien mientras el crecimiento del PBI la sostenía. Sólo la pandemia del COVID-19 destruyó con su realismo doloroso esas esperanzas. La falta de buenos servicios de salud fue visible y trágica; también el desempleo, las malas perspectivas económicas internacionales, la inseguridad ciudadana, la mala educación. Todo ello llevó a que las mayorías jóvenes y activas pierdan la paciencia. ¡Muchas crisis juntas!
Entonces, la política y la democracia que movilizaron a Sudamérica en el siglo XX perdieron prestigio y el poder. Cuando hace 5 años, el crecimiento y el goteo se estancan, las tensiones sociales fueron in crescendo. En esos años, la evidencia de la corrupción echa más leña al fuego. En toda la región se descubre que el mayor dinero disponible, para las corporaciones y para el Estado, habían hecho que la corrupción se dispare a cifras nunca oídas. Es en este panorama ya sombrío del pos-COVID-19 que llegaron las elecciones generales de abril del 2021. Allí surgió un resultado muy sorpresivo; y con él comenzó la actual crisis.
Gana la presidencia un outsider de izquierda, Pedro Castillo, maestro rural sindicalista, sin ninguna preparación para el cargo, que resultó candidato del pequeño partido de un personaje en otra región. Él es un médico formado en Cuba que se quedó con una lectura política rígida de la realidad, discutible hace ya 50 años. Él es Vladimir Cerrón. Muy mal binomio lamentablemente. Y allí tomó forma una división más Regiones – Lima. Castillo, con inconsciencia total, formó otra parte del gobierno a través de relaciones de clientelaje y corrupción, en varios casos. En otros hubo gente capaz y de buena fe. Pero las derechas, aún las moderadas gritaron fraude sabiendo que era falso desde el comienzo y retrasan la publicación de los resultados. Al final aceptaron el triunfo de Castillo. Pero inventaron una narrativa falsa para crear esta confrontación a su favor.
Ellos controlan el Congreso con facilidad, pero en vez de actuar desde allí y aprovechar su superioridad técnica y de recursos, dicen que estamos atacados por el terrorismo de Sendero Luminoso derrotado hace 30 años y por el comunismo de Cuba y Venezuela. ¡La débil izquierda de Castillo, sería igual a Sendero Luminoso! Se niegan a reconocer que como habían ganado tantas elecciones el 2021 creyeron volver a hacerlo y fracasaron. Tenían 3 candidatos, pero la mejor entre ellos, Keiko Fujimori, la hija, es la política más rechazada en la sociedad. Es decir, izquierdas y derechas muy mal representadas han colaborado a esta máxima decadencia de la política peruana. Nos gobiernan los polos más negativos, pero que, en esta política, fueron los más decididos.
Vivíamos en medio de esta situación incierta, cuando el 7 de diciembre hace 2 meses y medio, de repente el Presidente Castillo anunció a las 10 de la mañana, que cerraría el congreso y el Poder Judicial. Se daba un auto-golpe! Posiblemente lo engañaron diciéndole que tenía respaldo militar. Al verse sólo se dirige a la Embajada de México para asilarse. Sin embargo, sus propios subordinados lo llevan detenido a Seguridad del Estado.
Pocas horas después el Congreso que había citado a Castillo para responder a otro pedido de vacancia, alegó, con sustento, el intento del golpe de Estado como nueva razón. Y consiguió mayoría amplia, incluidos los votos de una corriente pequeña de izquierda democrática. De inmediato, la vice presidenta Dina Boluarte aceptó reemplazarlo pese a haber repetido que nunca lo haría. La juramentación es constitucionalmente legal y la gente informada lo entiende y acepta como un imprevisto inevitable. Pero las regiones que, aunque no les gustara su gobierno, seguían identificada étnica y culturalmente con él, tienen otra lectura. Entienden que la derecha que controla el Congreso y que nunca quiso reconocer a Castillo Presidente, logró sacarlo de allí con engaños y traiciones. Ahora ven que esa derecha política, económica y étnicamente tan distante de ellos controla también el Ejecutivo. Aunque su imagen ignora el auto golpe, ella recoge buena parte de lo que ocurrió ese día.
Entonces la crisis ha empeorado y está irresuelta. Hay dos lecturas polares de los mismos hechos. Mucha gente no aceptará cambiar la suya, propia. En las regiones con mayoría de población quechua y aymara, la respuesta inmediata fue el rechazo activo. Y vino junto con la voluntad de ir a Lima a protestar cara a cara ante los autores de lo ocurrido. En las marchas hay izquierdistas radicales que las aprovechan, pero no pueden dirigirlas. Y hay delincuentes que añaden destrozos a obras públicas. Es un cuadro complejo y la respuesta del Gobierno es sin embargo lo simplista y violenta que ya señalé. Dos siglos después de la Independencia, la división étnica entre peruanos no es reconocida como tarea de cambio social y también de renovación ética a asumir libre y personalmente.
Los datos cuantitativos de la represión son de por sí, ya elocuentes. Hay 50 muertos directos en los enfrentamientos, 49 civiles, un policía. (10 por otras causas) Y hay videos y fotos que documentan a la fuerza pública disparando al cuerpo de los manifestantes. Organismos de Naciones Unidas y de derechos humanos como Amnistía Internacional están ya dando sus claras conclusiones. Pero estamos lejos que se garanticen la investigación imparcial y la no impunidad.
Matar indios rebeldes fue una práctica común en la Colonia, Mucho ya cambió, pero por eso mismo las resistencias son hoy más duras. Los países con historia colonial sufrimos estas discriminaciones internas. El reto es construir países sin excluidos; Perú ha avanzado pese a todo y no queremos retroceder. Para los cristianos el reto es doble porque el anuncio de un Evangelio que llama a construir fraternidad en la historia es muy mal conocido todavía.
Felizmente el Papa Francisco, latinoamericano, lo recuerda y lo practica cada día. En eso estamos y seguiremos peruanas y peruanos.
Por Rolando Ames Cobián, Politólogo, profesor emérito de la PUCP, ex senador. Asesora Resucita Perú Ahora. Fotografías: Noticias SER. Marzo de 2023.
[i] Según la Base de Datos de Pueblos Indígenas del Ministerio de Cultura, más de 5 millones de peruanos se consideran quechuas y 548 mil, aimaras. Perú es el tercer país de América Latina con mayor porcentaje de población indígena con un 24%. Consultar: https://bdpi.cultura.gob.pe/index.php/indicadores-sociales
[ii] A fines de 1989 llegó a un 2775,3%; creció hasta un 7649,7% a finales de 1990; se comenzó a reducir ya a un 139,2% al año y medio del gobierno fujimorista; llegando a 3,7% a fines de 1999. Consultar: https://www.bcrp.gob.pe/docs/Publicaciones/Memoria/2000/Memoria-BCRP-2000-1.pdf
[iii] Luego de las reformas de libre mercado en 1995 un 72% percibió que el Perú progresaba con ellas; la cifra cayó a 20% aprox. entre 2001 y 2005; entre 2006 y 2016 subió a 30%; sin embargo, desde el 2017 hasta hoy, se redujo llegando al mínimo histórico de 3% en junio 2022. Consultar: IPSOS 2022. Informe de Resultados. Percepción de desarrollo y situación económica. Perú, 10 de junio de 2022. Contratado por Apoyo Consultoría.