El Estado Peruano condecoró con la Orden “El Sol del Perú”, en el Grado de “Gran Cruz”, al cardenal Pedro Barreto Jimeno, S.J. por sus servicios extraordinarios prestado al país, en su condición de educador, teólogo, obispo y párroco, al servicio de los más necesitados. La distinción fue entregada por el ministro de Relaciones Exteriores, Oscar Maúrtua de Romaña, en ceremonia desarrollada el 6 de diciembre, en el Palacio de Torre Tagle. Aquí las palabras de agradecimiento del cardenal.
Agradezco al Embajador Oscar Maúrtua de la Romaña, Canciller y Ministro de Relaciones Exteriores, por sus atentas y generosas palabras al ofrecerme, en nombre del Gobierno Peruano, la Condecoración la Orden El Sol del Perú, en el grado de Gran Cruz.
Recibo este honor -tal como lo ha indicado el Señor Canciller- como un reconocimiento a la contribución de la Iglesia Católica a la educación, salud y asistencia social al celebrar el Bicentenario Nacional.
Mi compromiso personal y eclesial es continuar la misión de Jesús en la historia a fin de promover una vida digna y pacífica para todos los peruanos y peruanas; posibilitar una paz basada en la justicia y en la solidaridad con los más pobres y descartados de nuestra sociedad, y con aquellos que, en este tiempo de pandemia, sufren las consecuencias que de ella se derivan.
Este tiempo de pandemia ha visibilizado aún más otros graves males a los que debemos combatir: la crisis socio-económica y sanitaria; la tensión e incertidumbre política creada por innumerables signos de corrupción; la prevalencia de los intereses de cada grupo; la deshonestidad; el racismo; la descalificación irracional del que piensa y actúa de manera diferente; la inequidad social y económica, especialmente en el acceso a una educación de calidad para aquellos hermanos nuestros más frágiles y excluidos.
Al celebrar el Bicentenario de la República nuestra patria está sumida en el desencanto, el desánimo y la dispersión. Se hacen actuales la mirada y las palabras de Jesús que “al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9,37). A esta realidad se suman los efectos del cambio climático causado por la actividad humana, los desastres naturales que generan graves consecuencias a la calidad de vida de las personas, especialmente, a los más pobres y alejados.
Desde este contexto de angustia y dolor, hago un llamado a la esperanza y a la solidaridad efectiva. Es la hora de soñar juntos, sin excluir a ninguna persona, para buscar el bien común y hacernos co-responsables de un proceso de cambio integral de nuestra sociedad, que vaya a lo profundo de nuestras conciencias personales.
Necesitamos desaprender la actitud del enfrentamiento, la descalificación y el insulto, para aprender a ESCUCHARNOS mediante un diálogo en la verdad y en el respeto que todos nos merecemos, con el fin de buscar el bien de todos y de las generaciones futuras. Así podremos REFLEXIONAR a fin de encontrar los nuevos caminos, más conducentes para ACTUAR JUNTOS en la transformación integral de nuestra sociedad.
Esta es la hora de la escucha, de la reflexión y de la acción fraterna y solidaria. Aprendamos a unirnos en la verdad iluminados por la sabiduría ancestral de las comunidades originarias de la costa, sierra y selva y por la profunda religiosidad del pueblo peruano.
En este contexto de esperanza y solidaridad, el movimiento colectivo RESUCITA PERÚ, AHORA, que por encargo de la Conferencia Episcopal Peruana me ha tocado convocar y acompañar desde agosto del año 2020, es una propuesta de acción solidaria, inclusiva de todos los actores sociales: de los que ejercen la política, de los empresarios, de las familias, de los jóvenes, de las universidades, de los movimientos sociales y organizaciones populares, de las Iglesias cristianas y no cristianas y de las personas de buena voluntad. Todos estamos invitados a caminar juntos. Nuestra Patria se lo merece y nos lo reclama. Aún estamos a tiempo. El pasado no lo podemos cambiar. El mañana no existe. No hay tiempo para lamentaciones. Hoy, Resucita Perú es la voz de la esperanza en acción, para luchar juntos y de manera decidida, contra el Covid-19 y las otras pandemias sociales que nos aquejan.
Por eso invoco a todos los ciudadanos y ciudadanas, de todas las razas, credos, situación social y económica, con palabras del gran historiador e ilustre tacneño Jorge Basadre Grohmann: “Que el Perú no se pierda por la obra o la inacción de los peruanos. (…) Quienes caen en la amargura, en el pesimismo, en el desencanto, ignoran que el Perú es aún una posibilidad”.
El Papa Francisco en su visita al Perú en enero del 2018 nos dijo: “Estas tierras tienen sabor a Evangelio… El espíritu de una comunidad se mide en cómo logra unirse para enfrentar los momentos difíciles, de adversidad, para mantener viva la esperanza… ¡Los peruanos, en este momento de su historia, no tienen derecho a dejarse robar la esperanza!… y “a quienes ocupan algún cargo de responsabilidad, sea en el área que sea, los animo y exhorto a empeñarse para brindarle, a su pueblo y a su tierra, la seguridad que nace de sentir que Perú es un espacio de esperanza y oportunidad… pero para todos, no para unos pocos” Así pasamos de ver “a los otros” a ser un “nosotros”.
Muchas gracias a todos ustedes, especialmente al Gobierno del Perú y al Canciller Oscar Maúrtua de la Romaña.
Nuestra Patria nos necesita. Promovamos la justicia, privilegiemos a los más pobres, practiquemos la honestidad y el sentido de responsabilidad para crecer en fraternidad y amor verdadero.
¡Gracias!
Lima, 6 de diciembre de 2021.
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